Tras las últimas indicaciones y después de desearse "¡mucha mierda!", se abre el telón y empieza Agua, azucarillos y aguardiente.
Los actores van saliendo al escenario poco a poco, pero todos ellos con paso firme y seguro: su público les espera. Unos espectadores que, aunque un poco fríos al principio, irrumpen en varias ocasiones con sonoras carcajadas y fuertes aplausos. Señal de que todo está saliendo bien.
¿Pero qué está sucediendo mientras tanto detrás del escenario? Aquí la situación es bien diferente: unos corren al camerino a cambiarse de ropa, otros repasan la escena que van a representar a continuación, otro grupo opta por calentar la voz, otros prefieren comentar la obra...
Tras un sonoro aplauso, Pepa, Serafín y el resto de personajes se despiden de los burgaleses, pero sólo por un momento: queda el colofón final.
Todos ellos entran en los camerinos, se cambian de ropa y se felicitan por la actuación. Ya sólo les queda cantar tres canciones. Con ellas darán por finalizada su estancia en Burgos.
De vuelta al escenario, vuelven a oírse aplausos y hasta gritos de "¡Aupa Pucela!". Y es que los Bohemios de Valladolid se han entregado a su público y éste quiere agradecérselo como mejor saben: aplaudiendo. Llegan las tres últimas canciones. Entre ellas el brindis, la más esperada. Pero mejor que contárselo es que lo escuchen ustedes mismos y opinen.
Ahora sí que ha terminado la función. El público en pie despide a los Bohemios, que, una vez en los camerinos, se felicitan y abrazan por el trabajo realizado. Todo ha salido bien y ellos lo saben. Así, entre risas, entusiasmo y, como no, con mucho cante regresan a Valladolid.
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